El democristiano Merz y el SPD pactan una coalición para gobernar Alemania en plena inestabilidad global
“Alemania ha regresado y hará avanzar a la Unión Europea”, dice el futuro canciller dirigiéndose a Trump. El acuerdo debe ser ratificado por los militantes socialdemócratas y un minicongreso democristiano

Los democristianos alemanes de Friedrich Merz y los socialdemócratas han concluido este miércoles un acuerdo de coalición que, después de meses de transición en Berlín, permitirá a Alemania tener un Gobierno operativo en un momento crítico para Europa y el mundo. La incertidumbre geopolítica y económica global generada por el presidente de EE UU, Donald Trump, ha impulsado a los futuros socios a cerrar en un plazo relativamente rápido, incluso unos días antes de lo previsto, un contrato de coalición que permitirá a Merz ser investido canciller a principios de mayo.
“Mi mensaje a Donald Trump es que Alemania ha regresado”, dijo Merz, en inglés, en respuesta a una pregunta en la misma lengua en una rueda de prensa en el Bundestag. “Alemania cumplirá con sus obligaciones en la defensa. Alemania está dispuesta a reforzar su competitividad. No solo Alemania, también Europa, y Alemania será de nuevo un socio muy sólido en la Unión Europa y haremos avanzar a la Unión Europea”. El futuro canciller presentó el texto, un detallado programa de 140 páginas titulado Responsabilidad para Alemania, junto a los colíderes del Partido Socialdemócrata (SPD), Lars Klingbeil y Saskia Esken, y al jefe de la Unión Socialcristiana (CSU), partido bávaro hermano de la Unión Democristiana (CDU).

Los 357.000 militantes del SPD se pronunciarán en las próximas semanas sobre el texto en un voto electrónico. La CDU prevé ratificarlo en un minicongreso a finales de mes, aunque hay una demanda entre las bases para que también sean los militantes quienes se pronuncien, y un malestar en algunos sectores que consideran que Merz ha hecho concesiones excesivas a los socialdemócratas. En el caso de la CSU será la ejecutiva del partido la que se pronuncie.
Las tareas que afrontan el democristiano Merz y los socialdemócratas, en la quinta coalición entre ambos bloques desde la fundación de la República Federal en 1949, son enormes. La primera economía de la Unión Europea, y el país más poblado, sufrirá como pocos los aranceles que ha decretado Trump. Desde hace dos años el país está en recesión, y las nuevas cargas sobre las exportaciones, motor de la economía alemana, pueden prolongarla.
A esto se añade el temor a perder la protección militar de EE UU mientras siente la amenaza de Rusia en el Este, que obliga a disparar al gasto militar. Y todo esto, con la extrema derecha más fuerte que nunca desde fin de la Segunda Guerra Mundial, y la impresión entre los partidos moderados de que, si la coalición fracasa, la formación ultra Alternativa para Alemania (AfD) se verá beneficiada.

El acuerdo empezó a perfilarse en los días posteriores a las elecciones legislativas del 23 de febrero, y los dirigentes de los partidos negociaron los detalles durante las últimas cuatro semanas. Merz subrayó que incluye rebajas de impuestos y un “nuevo rumbo” en la política migratoria para reducir el número de extranjeros sin papeles. KIingbeil precisó que “el derecho fundamental al asilo seguirá siendo inviolable”, y puso el acento en las inversiones multimillonarias para modernizar las infraestructuras. El SPD ha logrado fijar como objetivo un aumento del salario mínimo de 12 a 15 euros por hora. Otro punto de fricción era la reintroducción del servicio militar. “En un primer momento, será voluntario”, dijo el futuro canciller, dando a entender que esto podría cambiar si no hubiese suficientes voluntarios.
Una vez rubricado el acuerdo, la CDU/CSU y el SPD deberán pactar el reparto de los cargos en el nuevo Gobierno. Al ser el canciller el democristiano Merz, el vicecanciller debe ser un socialdemócrata, previsiblemente el copresidente del SPD, Klingbeil, quien podría asumir también la cartera clave de Finanzas. También corresponderá a los socialdemócratas el Ministerio de Defensa, que debería dirigir el actual titular del cargo, Boris Pistorius. Exteriores correspondería a los democristianos. A la CDU y al SPD se les asignarían, respectivamente, siete ministerios; a la CSU, tres, entre ellos el del Interior.
Merz y Klingbeil han sido las figuras clave de la negociación. Distintos en casi todo: Merz, un veterano parlamentario de 69 años que durante más de una década abandonó la política para hacerse rico en el sector privado; Klingbeil, un hombre del aparato socialdemócrata de 47 años que lleva en política desde sus años de estudiante. Todo les separa, en apariencia, pero ha habido química entre ambos y desde hace unos días se tratan de tú y no de usted, cosa destacable en Alemania y reveladora de buena relación.
Las negociaciones de coalición han estado marcadas, de un lado, por la adopción en el Bundestag saliente de un plan de endeudamiento de hasta un billón de euros para invertir en defensa, infraestructuras y medio ambiente. Y, del otro, por el acercamiento de Trump a la Rusia de Vladímir Putin y el temor a que EE UU abandone Europa. Los aranceles podrían provocar una caída del 15% en las exportaciones a EE UU y un riesgo de recesión, según el Gobierno en funciones del socialdemócrata Olaf Scholz.
“En este tiempo de polarización, es bueno que se construyan puentes”, dijo Klingbeil en referencia a la capacidad de democristianos y socialdemócratas, rivales en campaña, para gobernar juntos. Merz dijo que el acuerdo demuestra que “el centro político está en condiciones de resolver los problemas que [Alemania] afronta”.
El contexto internacional ha dado una sensación de urgencia a los negociadores, conscientes de que, en medio de las turbulencias actuales, Alemania necesitaba cuanto antes un gobierno y un canciller. Al iniciar los primeros contactos tras las elecciones, en todo caso, los futuros socios ya se habían fijado como objetivo haber concluido un acuerdo antes de Semana Santa, y lo están cumpliendo escrupulosamente.
La CDU/CSU fue la formación más votada en las elecciones del 23 de febrero, con 28% de votos. En segunda posición quedó el partido de extrema derecha AfD, con un 21%. El SPD quedó tercero con un 16%.
Merz arrancará su mandato a la vez fuerte y débil. Fuerte, porque dispone de un arsenal financiero extraordinario tras la reforma constitucional que en febrero permitió el endeudamiento y las inversiones. Débil, por el mismo motivo. Entre los votantes de la CDU y sus bases se reprocha al futuro canciller haber roto la promesa electoral de mantener el límite constitucional a la deuda, severamente debilitado tras el voto del Bundestag en marzo. También ha afrontado reproches, durante la campaña, por su supuesta bisoñez a la hora de negociar con el SPD, que contaba con perfiles mucho más experimentados, y ha arrancado concesiones significativas teniendo en cuenta su reducido peso parlamentario.
Hay inquietud en el partido de Merz, además, por sondeos que muestran que, de celebrarse elecciones ahora, AfD empataría con la CDU. El fracaso o éxito del nuevo canciller se medirá, a fin de cuentas, en función de si, en las elecciones de 2029, la extrema derecha se convierte en la primera fuerza política, o si los moderados logran reducir sus apoyos y debilitarla.
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