¿Es el móvil un regalo adecuado para la Primera Comunión? Reflexiones de varios expertos
Se trata de un regalo ansiado por los niños, pero los padres deben valorar si, de verdad, es una necesidad y si van a ser capaces de hacer una adecuado acompañamiento y seguimiento del tiempo de uso de estos dispositivos
«Me alegro que le hayas quitado tú el móvil porque yo en casa no me atrevo»

Estamos en fechas de celebración de la Primera Comunión y muchos familiares se apresuran en preguntar a los padres del pequeño qué le pueden regalar. No hace falta investigar mucho para saber que uno de los obsequios más ansiados por los niños es el teléfono móvil pero, atención, ¿es es regalo más adecuado para niños de diez años?
Lo cierto es que como dicen los expertos la tecnología no es ni buena ni mala «sólo depende del uso que se haga de ella». Lo importante, tal y como destacan, es saber poner límites de tiempo de uso, pero hay que ser realistas y los progenitores deben ser conscientes de si serán, o no, rígidos a la hora de que ese cumplimiento se haga efectivo. Hay especialistas que, incluso, recomiendan realizar un contrato con varias pautas para que el hijo lo firme y que dicho contrato se rompa (es decir, que se le quite el dispositivo) si no cumple.
Sea como sea en cada caso, es conveniente recordar que, según datos del INE, por primera vez en España más del 70% de los niños entre 10 y 15 años poseen un teléfono móvil. Francisco Villar Cabeza, psicólogo clínico especialista en prevención de la conducta suicida en niños y adolescentes y autor de 'Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos', critica cómo las redes sociales e internet, «espacios artificialmente creados», pueden interferir con el neurodesarrollo saludable y el bienestar general, abogando por un enfoque que respete las necesidades de cada etapa del desarrollo humano.
Señala directamente a las pantallas por su capacidad de deteriorar el desarrollo de habilidades personales, interferir con hábitos saludables y exponer a los menores a contenidos perjudiciales. Estos efectos, argumenta, contribuyen al aumento de trastornos entre los jóvenes, desde problemas de visión y obesidad hasta insomnio y tendencias suicidas, exacerbando su prevalencia e intensidad.
Marta Prada, educadora de familias de disciplina positiva y autora de 'Educar sin pantallas', asegura que un niño frente a una pantalla pasa a ser «un ser pasivo que absorbe una realidad dinámica llena de colores inestables, cambios de escena, de sonidos, de planos, de enfoques... Miles de impactos por minuto que lo sobreestimulan. Exponer el cerebro de un niño a la pantalla es como meter el cerebro en la lavadora en el modo centrifugado. Cuando apagas la pantalla, el cerebro sigue dando vueltas a una alta velocidad: los niños se aburren con realidad estática, les parece lenta, se ponen nerviosos y encuentran dificultad para concentrarse».
Desde PantallasAmigas se mantienen muy firmes al asegurar que el móvil no es un regalo adecuado para la Primer Comunión. Estas son sus razones:
-No es la edad adecuada. Hay que recordar que la edad es un dato importante en cuanto que refiere la madurez y las necesidades de uso previsibles, pero no es un dato definitivo porque, además de otros factores relacionados con el menor, está la componente del acompañamiento parental. Así, podríamos decir que no es la edad, sino el momento en el que se creen las condiciones adecuadas para ese primer móvil. Tomando en consideración estas variables, sí podremos convenir que por debajo de los 12 años es, salvo en contadas excepciones de familias especialmente preparadas y dedicadas, una edad prematura para tener un móvil. Y si no es la edad adecuada, con este regalo podríamos estar haciendo daño o poniendo en riesgo a nuestro hijo, sobrina o nieto.
-No es necesario, hay alternativas. La excusa de la Primera Comunión como detonante se suma a tres argumentaciones que manifiestan las familias para justificar su compra: poder comunicarse, poder geolocalizar y evitar el aislamiento de sus amistades que, supuestamente, ya tienen o tendrán móvil. Basta un análisis objetivo para concluir que, sinceramente, no se necesita un móvil para todo esto. En primer lugar, analicemos de verdad cuáles son esas necesidades, en calidad y cantidad… y si realmente son necesidades, manías, costumbres o vicios. Realizado este filtro de verdaderas necesidades veremos cómo hay soluciones en el mercado que las atienden, soluciones alternativas a los smartphones como los relojes inteligentes o smartwatches infantiles. La presión social no debe ser tampoco un factor que influya, se trata de nuestros propios hijos, de su bienestar y de nuestra responsabilidad.
-Dificulta su desarrollo de pleno. Tener una adopción muy temprana del móvil no supone, salvo casos muy concretos, una ventaja vital fundamental ni una mayor adquisición de competencias digitales. Cuando a una persona tan joven se le entrega un móvil se le está invitando a su uso y posibilitando su abuso. A esas edades tan tempranas los aprendizajes fuera de la red son muy importantes y quizás irremplazables. En otro orden de cosas, podríamos incluso hablar del compromiso de la salud visual y postural
-Un regalo no es el mejor punto de partida. Si cuando facilitamos un móvil a un menor le indicamos que no es de su propiedad sino que se trata de una cesión y que es revocable, el clima y las condiciones de uso posteriores pueden ser más gestionables y favorables. Sin embargo, en la Primera Comunión se entregan regalos en propiedad, no en régimen de préstamo ni usufructo y, por lo tanto, va a ser algo más complicado adecuar su disfrute conforme a nuestros criterios.
-Adquirimos nuevas responsabilidades. Además de la responsabilidad que ya supone cómo afecte el smartphone al bienestar de nuestro hijo también adquirimos la responsabilidad de lo que él o ella puedan ocasionar a terceras personas. Es algo que con frecuencia se nos olvida pero pueden darse situaciones graves por ignorancia, negligencia… o también fruto de una casualidad, una situación extrema o de un impulso.
-Comienza nuestro trabajo de verdad. Sentiremos un alivio cuando nuestro hijo deje de pedirnos insistentemente el móvil, no hay duda, pero tras este trabajo de resistencia que termina comienza el de acompañamiento, que no se presume menor. Y si bien el de resistencia es duro pero lineal, el de acompañamiento debe ser más intenso cuanto menor es la edad de inicio.
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El propósito de ayudar a las familias a establecer medidas que promuevan un uso saludable y responsable de la tecnología, desde PantallasAmigas insisten en que no hay que olvidarse de prestar atención a tres aspectos fundamentales: el establecimiento de normas básicas de uso, el acompañamiento y supervisión parental y la configuración inicial del terminal y de las aplicaciones de base.
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